Un vergel casi secreto. Librerías de viejo en Cuernavaca / I

Foto: Silvia Vargas

El caso del Bazar de Libros y Discos Recikla

Ya sé que parece la línea de una canción de rock que para ser interpretada exige una gesticulación espiritual, pero lo cierto es que afuera nada nos dice lo que sucede dentro. Hay que avanzar por la calle de Comonfort, que con su parsimonia obtenida por la remodelación urbana se interna en el bullicio de autos, comercios, lugareños y turistas que se arremolinan en el centro de Cuernavaca. Luego, en uno de sus costados, una puerta común es el acceso hacia un vergel casi secreto. Se presiona el botón indicado y un mecanismo descubre el pasadizo oculto por la rutina de la prisa.

Es la casa con el número 3 y es una librería de viejo, no hay premoniciones ni letreros que anuncien su vocación y práctica. Basta la elocuencia de libros que reposan en estantes, mesas y cajas, antes de seguir su camino, para dejar en claro de lo que se trata. Raymundo Falfán es su dueño y es él quien nos revela el nombre de su tienda: Bazar de Libros y Discos Recikla. Fue abierta en 2009 y en su interior se lee parte de la biografía del librero. Es decir, una librería así es una obra escrita con los libros y los objetos que se seleccionan y exhiben. Dos hechos de la vida de don Raymundo, por ejemplo, son dos rasgos que identifican su negocio: estudió artes visuales y vendió antigüedades en el mercado de La Lagunilla, así que los libros de arte y los libros antiguos son la aristocracia que ocupa los palcos especiales en el desfile de los lectores.

Debe saberse que en una librería de viejo no hay que esperar la novedad, sino la sorpresa. Reina el misterio de las páginas opacas por efecto de la lectura y el tiempo. Una descripción llana diría: el Bazar de Libros y Discos Recikla es un espacio de unos pocos metros cuadrados, con libreros en sus cuatro muros y mesas al centro, que ofrece libros usados de historia, literatura, filosofía, ciencias sociales, de consulta y en otros idiomas, además de best sellers que desde su ubicación en la parte baja de las mesas sobrellevan la nostalgia de lo que consideran momentos mejores, cuando destellaban en la superficie. Los discos, la mayoría de acetato, son vecinos numerosos de sonrisas redondas.

Pero hay más que eso, y la bitácora de mi paso por esta librería lo registra:


  • Voces que murmullan desde sus guaridas en los estantes, las mesas, las cajas y los rincones. 
  • Construcciones de arquitectura fantástica que se levantan desde el suelo hacia un destino no conocido. 
  • Imágenes que brillan en el hermetismo de páginas cerradas y cuyo fulgor desaparece ante quienes carecen de cierta iniciación. 
  • Mapas del tesoro disimulados en guardas pintadas a mano. 
  • Señales manuscritas en portadas y márgenes de otros que ya caminaron por aquí. 
  • Incursiones espeleológicas en busca de un título que irradia magnetismo en el fondo de una pila. 
  • Cofradías que se heredan el resguardo de una tradición: la del libro. 
Y lo principal: que aquí abundan las historias, pretextos para la convivencia. Las que se encuentran en todos estos volúmenes de siete vidas y las que surgen entre el librero, los libros y los lectores. Don Raymundo transitó de la fruición del libro como objeto a la experiencia de la lectura como vía de conocimiento, y de ahí al origen primordial del relato: la oralidad de la conversación. Cuenta sobre sus ejemplares predilectos, la bella obra del siglo XIX que hablaba sobre Porfirio Díaz, entre ellos. Platica sobre el lector que sólo compraba materiales de gastronomía y su paciente espera de un libro largamente deseado. Frutos del huerto.

Hojeo un libro sobre el autorretrato en la historia del arte y recuerdo lo escrito por el argentino H. A. Murena, y me lo dedico: “Se esforzó entonces por tornarse cada vez más anacrónico, contra el tiempo, para que le fuera dada alguna vez la dicha de desentenderse por completo del tiempo”. Cierro el ejemplar y vuelvo a ver el rostro de Vicent van Gogh en la portada. 


Enero de 2013, Cuernavaca, Mor.

Publicado en la cartelera de la Secretaría de Cultura de Morelos

Comentarios

Entradas populares